En Noviembre de 2013, participando en cierto #carnavalsalud, escribía el post ¿Quién hablará por mí cuando llegue el momento?, haciendo referencia a una entrevista hecha al Dr. Harvey Max Chochinov (que dirige la unidad de investigación de Cuidados Paliativos de la universidad de Manitoba en Canadá). Entrevista en la que nos invitaba a hacernos esta pregunta durante la vida. Hace unos días me volvió a venir a la cabeza tras una conversación con Maite Castillo (nuestra enfermera-fotógrafa colaboradora).
El tema que trató la conversación fue el de… que se trata poco el tema de cuando la muerte toca al profesional sanitario, una enfermera, por ejemplo. Esta reflexión ha sido la que ha inspirado tanto las fotografías como las siguientes líneas, que surgen más de reflexiones propias que de evidencias científicas, aunque alguna he querido aportar.
Cuando la muerte afecta a uno mismo, es normal que el afrontamiento que uno haga tenga que ver con la situación y las condiciones en las que se presenta este evento “vital”, puesto que la muerte está íntimamente relacionada con la vida, forma parte del proceso. Pero también tiene que ver con la manera y la intensidad con la que la persona ha vivido estas situaciones a su alrededor. Me explico, la profesiones sanitarias tienen cierto grado de relación con el proceso de morir. Esto varía según los ámbitos, ya que varían las situaciones y la intensidad de las vivencias. Algo que también se ha relacionado con el síndrome de Burn Out. Ejemplificando esto, no tiene la misma relación con las situaciones de final de vida, una enfermera de Atención primaria de consulta, que una de atención especializada en paliativos o una de oncológica. Al igual que existen lugares en los que la vivencia puede ser tan fuerte como la de atención paliativa en pacientes oncología en pediatría.
La intensidad en la convivencia con las experiencias de final de vida, producirá un impacto emocional que tendrá sin duda una repercusión en los cuidados. Además los ámbitos cuentan, y la “institucionalización de la muerte” provoca que esta socialmente sea poco aceptada y que hayan colectivos como el de enfermería que viven mucho más de cerca esta situación, encargándose de ella, educando sobre ella, y en ocasiones asumiendo papeles que quizás deberían ser ocupados por otros. ¿Cuántas enfermeras no han visto morir a personas solas?, siendo ellas las que ceden ese momento de intimidad en el cuidado del final de la vida, de manera altruista, a una persona que no es allegada suya, si no que de un desconocido se trata, con el que mantiene la intima relación del cuidado.
Estas situaciones queman, y se han de saber gestionar, pero existe otra muy concreta y especial, cuando es un compañero de profesión el que fallece.
Cuando es un compañero, independientemente de la relación previa, íntima o no, surgen muchos sentimientos, sentimientos íntimamente relacionados con la elaboración del duelo. La Negación, la Ira, la Negociación, el Dolor Emocional y la Aceptación, van a ser más difíciles de saltar, corriendo el riesgo de duelos disfuncionales que seguro que pueden afectar a nuestro trabajo.
Lo sentimientos que nos pasan por la cabeza son muchos, y dentro de la Ira, entra la sensación de Injusticia. Es injusto que una persona en plena vida (puesto que está en situación laboral activa), que se dedica a dar la vida por los demás (ya que arte de cuidar es visto por los propios sanitarios como un oficio que no está reconocido), no pueda terminar la suya. La sensación de Fracaso también entra en escena, puesto que nuestro esfuerzo por los demás a diario, hace que los que hacemos por nosotros mismos, los veamos como insuficientes. Siempre pensamos que se pudo hacer más, para que no pasara esto o lo otro. Nos cuesta aceptar por ejemplo que el proceso fue bien, y eso creo que es debido la fuerte autocrítica que tenemos integrada.
En la negociación va ser muy importante el colectivo, como se afronta todo el proceso y como lo interioriza el grupo, entendiendo bien todo lo que ha envuelto a la pérdida. En profesiones como esta, la enfermería, los grupos suelen ser muy unidos, al pasar largas jornadas trabajando en equipo, lo que hace que se cree un entorno que puede ser entendido como una pequeña familia. Y quizás la aceptación sea la fase más difícil de llegar, puesto que seguramente no veremos reflejados en aquel compañero, extrapolando la situación a nosotros mismos.
Personalmente creo que mucho tiene que ver con el sentimiento de invulnerabilidad que muchas veces nos rodea, debido a que hemos vivido muchas situaciones ajenas, y que pensamos que sea difícil que se reproduzcan en nosotros mismos, y lo que sucede es que nos engañamos con una mentira enorme. Somos personas y entramos dentro de la estadística, y no somos invulnerables.
Como dice Maite, nos cuesta hablar de nuestra muerte, pero debemos hacerlo en vida, no dejéis de leer su último post, el beso final, en el que reclama la importancia de la formación en la elaboración del duelo para los profesionales sanitarios. Os dejo una recomendación de Maite, el blog Cata de vida de Josep París Giménez y además alguna referencia interesante:
Ansiedad ante la muerte en enfermeras de Atención Sociosanitaria: Datos y Significados
Capacidad de Afrontamiento de la muerte de los profesionales del Area básica de Salud Gavà 2
Fernando Campaña Castillo, Editor de Nuestraenfermeria.es
Fotografía cabecera, Algunos derechos reservados por maitecastillofotografia
[…] Castillo Fotografia’ y el enfermero Fernando Campaña ha hecho lo mismo en el blog ‘Nuestra enfermería’. A ellos les agradezco enormemente la capacidad para poner este reto en la picota del debate […]
Muchas veces en las redes sociales he fomentado la admiración y el respeto que se merece el personal sanitario y que día a día nos presta su atención viendo sólo al profesional y no a la persona que hay en su interior.
ASOCIACIÓN MUNDIAL DE DIABÉTICOS-WORLD DIABETICS ASSOCIATION
Salvador Palomo
Presidente
Gracias por tu comentario, es un placer tenerle en este blog!
Estar frente a frente con la muerte para mí es algo cotidiano, pero siempre lo vivo de manera única: soy Licenciada en Enfermería y trabajo en domicilios con pacientes en Cuidados Paliativos y en un hospice, la Casa de la Bondad, en Buenos Aires Argentina, desde hace varios años. Y lo que quiero expresar es que como ser humano y profesional de la salud, me impacta y vivencio esta experiencia, de forma muy profunda, especial y empática… me humaniza y confronta mi mortalidad y mi divinidad como hija de Dios con los mismos aspectos en cada paciente. Desde el momento en que ingresa para recibir nuestros cuidados como equipo interdisciplinario, hasta que entra en la agonía final para partir finalmente a continuar su evolución en otros planos, es un tiempo precioso e invaluable que agradezco a la vida.
Gracias Esperanza por comentar esta entrada y compartir sentimientos
¡Me emocionó! Y me hizo recordar una experiencia.
Como enfermera de una unidad de Cuidados Paliativos, nunca me ha tocado cuidar y acompañar a un colega en su proceso de muerte. Lo más cercano que he vivido fue cuidar a la suegra de una colega (esta colega fue docente mía en la Universidad).
Recuerdo que recibí a la señora esa mañana en agonía y con mucha fiebre. La mantuvimos con medidas de soporte (hidratación, oxígeno), analgesia horaria y antipiréticos SOS. Alrededor de las 2 de la tarde, volví a controlarla y al ver que aún seguía con fiebre, me fui a la estación a preparar un antipirético. En eso estaba cuando me llamó mi colega para preguntarme como seguía su suegra. Le conté y le dije que le llamaría en caso de que falleciese. Entré a la habitación de mi paciente con el medicamento y ella estaba falleciendo. Le tomé la mano, recé con ella y esperé unos minutos. Di instrucciones a mi personal para los cuidados post mortem y llamé a sus familiares.
A los días después, la familia envió un correo electrónico a nuestra institución para agradecernos la atención y los cuidados.
Gracias Germania por compartir con todos nosotros tu experiencia.
Una reflexión necesaria y que no debería ser aislada entre los profesionales de la salud. Primero por la importancia (como mencionas en tu artículo) que tiene para el sano afrontamiento y proceso en duelos personales. Y en segundo lugar (entre otros tantos) porque se verá reflejado en trato humanitario, y la cercanía optima necesaria al tratar con el paciente agónico y sus allegados.
Dora Rodríguez
Voluntaria de Cuidados Paliativos Oncológicos
Buenos Aires
Gracias Dora por comentar y leernos
Me identifiqué totalmente con el Tema, ya que lo padecí hace corto tiempo al estar compartiendo en los últimos momentos de vida de una compañera enfermera, pase por todas las etapas que se mencionan y no me sentí preparada para llevar el momento, después de más de 20 años con la práctica de la enfria, ese momento fué muy distinto, muy difícil, muy doloroso, me hizo valorar y razonar muchas cosas, y al final dar gracias por poder acompañar a mi colega hasta el final ?. Su reflexión me idéntico inmediatamente, gracias.