Hoy es la efeméride de la lucha contra el cáncer. Es una enfermedad que todos creemos conocer, ya que su extensión es tan amplia que de una manera u otra nos toca a todos.
No resulta fácil la lucha contra ésta enfermedad, ampliamente estigmatizada. Realmente en todas las culturas que son conscientes de ella la temen.
Es evidente que tiene repercusiones en todos los aspectos que rodean a la persona, no solo en lo físico, sino en lo que se refiere al entorno social, cultural y personal. El cáncer es una enfermedad que además de su naturaleza biológica, que la hace, por así decirlo, que no sea sólo una enfermedad, si no un conjunto de ellas, lleva consigo la estigmatización social. Existen muchos mitos, creencias entorno a ella, la más arraigada es la que equipara el cáncer con la muerte. Tan fuerte es la estigmatización, que se llega a utilizar la palabra cáncer como adjetivo de la negativo, de todo lo malo o lo peor.
Albert Jovell, médico que ha padeció la enfermedad, lo explica muy bien y lo reflexiona en varios artículos, «El médico paciente»(2006) y «La vida al otro lado de la carretera«(2004) que más que interesantes, son de interés general para conocer que siente una persona enferma y que le hace sentir la sociedad.
Todo esto hace que se propaguen creencias entorno a la enfermedad, que como norma general construyen las propias personas que la padecen, en muchas ocasiones se culpabilizan de ello y utilizan argumentos con o sin base científica, para buscar sentido a la situación que están viviendo. Algunas se basaran en factores de índole emocional, como por culpa del estrés, de los problemas económicos, pensamientos negativos como pensar que se va a padecer la enfermedad, la pena, la interiorización continua de sentimientos… Otra veces se va hacer uso de explicaciones científicas, como los factores hereditarios genéticamente o la predisposición a padecerla. Realmente son muy pocos los cánceres que tienen un factor genético conocido, y esto los hace prevenibles. Otra veces las personas utilizarán pretextos relacionados con la sexualidad, por ejemplo la promiscuidad. Pueden existir los achaques físicos, como un golpe, un traumatismo en la zona, o la relación con los estilos de vida, como seguir o no seguir ciertas dietas, el trabajo en exceso, culparse por no darse cuenta por ciertos trastornos, el no seguir el consejo médico en cuanto a estilos de vida. Y por último podemos encontrar factores relacionados con las creencias y la religiosidad.
Realmente hay que romper con todo éste tipo de creecias frente a la enfermedad para poder afrontarla debidamente, y no sólo de forma individual, si no de forma social. Debemos romper con los estigmas del cáncer y verla y tratarla como cualquier enfermedad para normalizarla y aceptarla mejor.
Fernando Campaña Castillo
Diplomado Universitario de Enfermería
Máster en Enfermería Oncológica
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