5817988365_3e1c5888f1_zHasta la decencia hemos llegado.

Tras leer el recopilatorio del “invierno enfermero” que Juan F. Hernández que recoge en su post “Del silencio a la palabra”  dónde comenta tres entradas recientes de blogs enfermeros (entre los que se encuentra Nuestra Enfermería) y que cuestionan una idílica imagen de la profesión; vienen a mi sentimientos contrapuestos. Desde aquí agradecer a Juan F. Hernández el que se fije en este rincón.

Por una parte intento ver, a través de quiénes leen este blog, si alguien cree en la esencia enfermera con la entrada te atreves a definir Nuestra Esencia? . El ejercicio creo que puede ser bueno, definirnos a nosotros mismos es bueno. Mirarnos al espejo y describirnos, nos puede ayudar a ver quiénes somos. Somos lo que hacemos, y así somos vistos. Las manchas en nuestra profesionalidad suelen surgir porque nos manchamos. Si somos descuidados y no prestamos atención posiblemente acabemos así, manchados. Manchar una reputación es simple y para ello es preciso de unos pocos descuidos. Una reputación profesional “manchada” nos es fácil de recuperar y “limpiar” socialmente. Para ello es necesario mucho esfuerzo.

La enfermería siempre nada a contracorriente, desde el principio y la educación de los profesionales no queda exenta. Dista mucho la figura y la imagen que creaban mis ojos ante mi idea del yo enfermero, al yo enfermero que soy hoy. Pero de una cosa estoy seguro, que este yo de hoy va a cambiar en tiempos futuros. Me entristece encontrarme con futuros enfermer@s que durante su estancia en prácticas, ya te dicen que los planes de cuidados estandarizados ni se usan ni sirven, ¿dónde aprenden eso?, lo hacen de nosotros. Pero si me miro a mi espejo, ¿distaba mucho mi opinión de la que tienen estos cuando yo estudiaba? Posiblemente NO, y es un horror. Aprender a cuidar me enseñaron en la universidad ( y muy bien), pero la actitud de cuidar de manera exquisita ( como lo haría para mi mismo), la aprendo a través del día a día, del contacto con el paciente y los compañeros. Mirándome y preguntándome que hago y cómo lo hago.

En un comentario reciente de Virginia Salinas, liga la esencia a la persona y define que lo “importante es aspirar a ser mejores profesionales, desarrollar los mejores cuidados profesionales  y alcanzar buenos resultados en salud.” Claro que Virginia es enfermera, sabe lo que dice y se mira mucho, mucho al espejo, su reflexión lo muestra.

Las reflexiones de quienes nos miran, y no son enfermeras son sorprendentes, y sorprendentemente útiles. Juan F. Hernández destapa el tarro de las decencias:

“No es un problema de esencia, sino de decencia profesional. Y quienes tratan con ellas (pacientes, familias, médicos, directivos) lo saben bien y, por ello, están lastrando la imagen social y el potencial de progreso de la Profesión Enfermera.”

Realmente lo que se identifica con “indecencia profesional” son actitudes mecánicas y acomodadas, que reducen el cuidado a su mínima expresión, a la técnica en sí. Que tiene mucho que ver el contexto sociocultural, si y no, escusas tenemos para todo. Nos tenemos que mirar más al espejo y preguntarnos día a día. ¿Entendemos lo que estamos haciendo?

Existen, aunque parezca mentira, algún estudio sobre el tema. El estudio Postura de la enfermera ante su quehacer profesional, habla de a postura de la enfermera ante sus quehaceres lo que constituye un punto de vista personal construido a través de la crítica. El objetivo del estudio es identificar la postura de la enfermera ante su quehacer profesional. Y como conclusión de los resultados encontrados en el estudio se llega a pensar que es muy probable que se realice un quehacer enfermero más rutinario con poco ejercicio analítico, crítico y autocrítico.

Esta conclusión no está reñida con la profesionalidad, ni con la decencia profesional. Pero el no ser autocríticos, el no pensar qué y porqué estamos haciendo cada momento puede hacer que nos miren mal, destapando el tarro de las decencias.

 

Fernando Campaña Castillo, Editor de Nuestraenfermeria.es

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