7098264249_98ea128439_z

Hoy me meto en medio del dilatado debate, #yonopaso. Pero no os desesperéis aquellos que habéis leído algunas entradas estos días como la de Quironautas o Pinchazos Enfermeros. Entradas que desnudan a nuestra profesión, la ENFERMERÍA con mayúsclas, y que hablan de sentimientos íntimos que desembocan en textos, que, ¡ojo!  No quieren más que ser una voz alzada en forma de advertencia.

Hoy escribo tras releer embobado el texto de Lola Montalvo “Memoria de mi enfermera LIII: «Yo no defiendo a los malos profesionales»” a la que también referencia Mónica López en la entrada “Yo no paso” de Quironautas. Y la releo con mi brazo izquierdo con restos del morado del pinchazo de la analítica de la semana pasada. Mi querida Lola, ese día miraba a la compañera (de profesión) y pensaba “a ver como acaba esto” tras el pinchazo, pero acto seguido intentaba tener un pensamiento empático, ponerme en su lugar (no me es difícil), y pensar en positivo, como nos invitaba Serafín Fernández en cuidando.es (también referenciado por Mónica López en su post).

Este tipo de historias que los enfermeros vivimos a veces de un lado y a veces del otro. Relatos que me recordaban al Texto de Meritexell Sastre, que escribía aquello de Recuperar Nuestra Esencia Enfermera, destapando el tarro de las decencias.

No me considero un Super-enfermero, desde luego que no. Mi trabajo me cuesta aprender en el día a día y mantenerme ahí, y puede que haya situaciones que te abaten, que te cansen y que a veces hasta te puedan, pero siempre debemos entonces frenar, pensar, recapacitar y saber qué somos, qué hacemos y para qué lo hacemos, y entonces soltar el aire y dejar ir el sentimiento del #yonopaso.

Hoy quiero compartir con vosotros algo, y es el reconocimiento a una compañera, que fue la que encendió en mis primeros días profesionales ese chip para no llegar al límite pasotista. Y todo sucedió durante el turno de noche. Turno en el que quizás sea el más difícil de mantenerse fiel al buen hacer enfermero, y dónde la autonomía en según qué servicios o sitios se ve aumentada exponencialmente. En esos primeros pasos una compañera, como ya he dicho, me dijo algo que llevo gravado a fuego:

“He visto pasar a muchos compañeros, tú eres otro, espero que entiendas que eres enfermero, y que estás cuidando a personas. El turno de noche es muy largo y cansado, y estáis muy solos. Ahora que acabaste recientemente la carrera, no pierdas lo que has aprendido e intenta sumar más. No es difícil coger “malos vicios” y acabar por no hacer las cosas como debieran hacerse.”

Esa compañera no era la compañera enfermera del turno o del turno siguiente, ni la supervisora, ni la directora de enfermería, se trataba de M. una  experimentada Auxiliar de Enfermería, curtida en mil batallas nocturnas, viendo y/o aguantando a saber qué, pero con la paciencia y el temple para mantenerse ahí, haciendo las cosas como se deben hacer.YoNoPaso

#Yonopaso, pero muchos, muchísimos y me atrevo a ver el vaso medio lleno o lleno a tres cuartos de profesionales que no lo hacen y que efectúan  su trabajo de manera excelente, pensando conscientemente en lo que son y lo que hacen, las responsabilidades que tienen y que asumen en su buen hacer diario.

Está claro que la blogosfera enfermera no pasa, como os digo confío en una mayoría que tampoco lo hace, pero quizás lo que lleva a dar estas voces en alto a través de la red es la visión de que “aquello que no se hace o se hace mal es 10000 veces más visible a los ojos de los demás, convirtiéndose en la imagen de una profesión

Fernando Campaña Castillo, Editor de Nuestraenfermeria.es

Fotografía portada, Algunos derechos reservados por maitecastillofotografia