Como todos los días al inicio del turno, paso a ver a mis pacientes; me gusta saludarles y charlar un rato con ellos, es el mejor modo de poder valorar su estado general real, suelen contarte lo que les preocupa, a mí personalmente me enriquece y creo que afianza nuestra relación terapéutica, sirve para darle al paciente confianza y libertad para su desahogo, la parte psicológica dentro de las unidades de cuidados intensivos es a veces lo más duro.
Francisco sonríe al verme, ya sabe a qué voy. Me cuenta que no entiende el tema de las comidas en el hospital. “Sabes Isa, cuando yo estaba en mi casa, me cuidaba muchísimo en lo que a alimentación se refiere, no comía grasas, miraba el azúcar e intentaba cuidarme al máximo. Resulta que he llegado aquí, me habéis puesto un corazón nuevo, me dispensáis medicamentos muy caros, me cuidáis con mimo, me tratáis como a un Rey sin mirar lo que gastáis en mi pero… puedo comerme 10 galletas al día con el desayuno y la merienda, casi todo tiene sal y azúcares añadidos, la carne que me traen para comer casi siempre es pollo y de pescado panga, la ingesta en productos sanos y frescos es casi nula, de verdura poco, la ensalada es de iceberg y nunca tiene tomate. Ya sé Isa que no es tu culpa y que no depende de ti, que tú solo puedes llamar a cocina y meter por el ordenador lo que yo solicito, pero da igual, siguen haciendo lo mismo y la verdad que es una pena que con mi “corazón nuevo”, este comiendo tan mal. Nada equilibrado, nada sano, nada rico. Lo peor de todo, es que creo que no es por dinero, porque una lechuga fresca, una coliflor y un poco de carne o pescado no son tan caros, ¿no? Los médicos lo saben, vosotras lo sabéis y no pasa nada, no lo entiendo, es como si no fuera importante”.
Le explico a Francisco que claro que es importante, nosotras también nos hemos quejado pero parece que nadie nos escucha, el canal de comunicación no funciona o no sé qué pasa, lo cierto es que desde que el hospital dejó de tener su cocina propia y ha pasado a un catering privado, la cosa no va bien. Ya no es solo que las dietas no cumplen con la cantidad adecuada para cubrir las necesidades de los pacientes sino que la calidad deja mucho que desear y a nosotras nos importa, nos preocupa y nos ocupa porque la nutrición forma parte de la valoración de enfermería y es nuestra responsabilidad que esté cubierta esa necesidad de una forma adecuada con una dieta equilibrada y sana.
Fíjate, Francisco, sí es importante para mí, que hace meses que escribí a la empresa que se encarga del catering para los pacientes y para los trabajadores y sigo esperando su respuesta. En el escrito que les remití, hablo de lo mismo de lo que hablamos hoy tú y yo y viendo que no contestaban me animé y escribí a atención al paciente del hospital con el mismo tema y aquí sigo, esperando. Igual sería necesario que los usuarios mandarais algún escrito más, a ver si así abrimos el canal atascado, porque está claro que es más que razonable exigir una dieta sana en un entorno hospitalario, porque no tiene sentido gastar mucho en alta tecnología cuando estamos obviando lo básico, porque por lo básico se empieza y hay más que suficiente evidencia científica que recomienda y demuestra que es necesario mantener una dieta variada, equilibrada y rica en verduras frescas y omega3, y de que la intervención nutricional puede mejorar la evolución clínica del paciente que en los hospitales suele estar desnutrido y disminuir los gastos asociados.
Yo por mi parte Francisco, intentaré que el mensaje llegue al mayor número de personas, a ver si así conseguimos solucionarlo y darles a nuestros pacientes una dieta sana, variada, equilibrada y con productos frescos, porque lo más importante es que los pacientes reciban los mejores cuidados, se encuentren en entornos tranquilos y seguros durante sus ingresos y logren recuperarse con la máxima prontitud.
Educación para la Salud y nutrición, ¿obviamos lo básico?
La educación para la salud supone un pilar básico dentro de las competencias de la enfermería. Dentro del aspecto nutricional, existen muchos factores que condicionan una buena adhesión a los consejos vertidos en los centros sanitarios (económicos, sociales, culturales…) para que los pacientes lleven a cabo en sus propios hogares. Debido a esos factores, puede ser complicado conseguir una adecuada adhesión a esos consejos cuando un paciente es dado de alta en el hospital o cuando visita a su enfermera de atención primaria, por ejemplo; pero más difícil resulta aún ejercer la educación para la salud en momentos en los que los pacientes están ingresados y no tienen posibilidad de decidir plenamente su dieta y, peor aún, donde no nos dejan tener ni voz ni voto en su alimentación ya que te acabas rigiendo por menús cerrados, muchas veces con productos muy pobres, y escasa posibilidad de elección. ¿Es realmente lo que buscamos cuando hablamos de educación de la salud? ¿Suplen correctamente los centros sanitarios esas carencias que se deben cubrir en los pacientes? ¿Qué podemos hacer como enfermeras para mejorar este problema?
Parece que es un tema que inquieta a más personas, y no es nada nuevo, porque el País Vasco ya en febrero de 2011 optó por la retirada del panga de sus comedores escolares tras las reclamaciones de agrupaciones de padres, sindicatos y partidos para que se mejoraran las dietas en los colegios, y tras la alarma que se generó por el consumo de panga vietnamita en la escuela, un pescado sobre el que la Organización de Consumidores y Usuarios alertó de sus índices de metales y pesticidas, y al hilo de ello, encontramos ahora en 2017, una noticia en prensa de tirada nacional que nos explica la existencia de dos peticiones publicadas en la plataforma change.org, para la retirada del panga de los comedores escolares, porque ya todos sabemos, que la cría de este pescado se produce en “los criaderos del río Mekong, donde se vierten los residuos contaminantes de China, Birmania, Laos, Camboya, Vietnam. El control de los vertidos al río es insuficiente o no existe en estos países. Mercurio, arsénico y otros metales pesados se reúnen en el delta del río, justo donde se ubican estos criaderos.
La otra petición señala que “teniendo en nuestra comunidad costa y pescados de buena calidad y económicos, solicitamos la retirada de estos productos que son perjudiciales para la salud de nuestros hijos”.
Tras estas quejas, promovidas por Verónica Gutiérrez Jiménez desde Sevilla y Carolina Espejo Mesa desde Torre del Mar (Málaga), seis colegios de la provincia de Cádiz ordenaron su retirada de sus comedores escolares. Además, la petición lanzada por Espejo ha surgido efecto, según informa la Opinión de Málaga, porque una de las empresas de catering que sirve a varios colegios de esta provincia ha tomado la decisión de retirar el panga y la tilapia de sus platos, atendiendo así a las reclamaciones de las familias.
La Junta de Andalucía, desde su Consejería de Salud, explica, vía telefónica, “que la retirada del pescado generalizada no la va a hacer porque el pescado ha pasado todos los controles de seguridad. El alimento es seguro».
Por otro lado, Carrefour ha anunciado que dejará de vender panga en España.«Dadas las dudas que existen sobre el adverso impacto de las granjas de panga en el medio ambiente, hemos decidido dejar de vender este pescado y ya se han suspendido los pedidos», explican en un comunicado.
La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) ha pedido al Gobierno que prohíba el polémico pescado panga de los comedores escolares «en defensa del derecho a una alimentación sana y saludable de los menores». En una carta dirigida a los Ministerios de Sanidad y Educación, CEAPA exige la eliminación del panga, la tilapia y otros pescados similares en los comedores escolares. La CEAPA considera que una decisión como la adoptada por las multinacionales de la alimentación «no es habitual» y se debe a muchas más razones que las esgrimidas.
Continua la cosa con la Consellería de Educación que veta el panga en su guía de buenas prácticas en los comedores escolares de Galicia. La Xunta se desmarca de la polémica que ha envuelto el consumo de este particular pescado —procedente, en su mayoría, de criaderos en el delta del Mekong (Vietnam)— y asegura que no le consta su presencia en las cocinas o servicios de catering que surten a los centros públicos. Aclaran, sin embargo, que no es competencia de la administración una eventual prohibición de un alimento. Sencillamente, su uso no está contemplado.
Tras siete años de evolución del tema nos preguntamos: ¿y los niños y adultos ingresados en hospitales?, ¿no es importante en este caso su alimentación?, ¿que debemos crear una petición vía charge para conseguir que nuestros pacientes hospitalizados reciban una dieta adecuada y lo más mediterránea posible?, ¿y que debemos hacerlo solo en nuestra comunidad autónoma?, qué pasa con la advertencia de 2011 que sirvió para el País Vasco, ¿no sirve para el resto de ciudadanos?.
Por @IsabelPrez10, @castrocloud y @davidplenur.
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