El derecho a la huelga es un fenómeno relativamente reciente, nacido en la segunda mitad del siglo pasado, cuando se dieron las condiciones socio laborales y políticas como el desarrollo sindical y el reconocimiento del derecho.
En la actualidad se vuelve a dar un escenario óptimo, el de perpetua crisis económica, en el que la mayoría de trabajadores de casi todos los sectores se ven abocados en un momento u otro a ejercer su derecho a huelga. En la sanidad pública, privada o concertado no está siendo diferente. La crisis económica afecta sobre todo a la forma de intervenir del Estado, que como patrón mayoritario directo o indirecto, posee un monopolio, el sanitario, que no se ha preocupado de aprender a gestionar. Como horizontes de gestión se ha mantenido la inyección económica constante, olvidándose de todo aquello que apuntaba a la sostenibilidad del sistema. Invertir es curar. Un simple test de detección de sangre en heces en prevención primaria puede suponer una gran inversión, pero a su vez, una reducción del gasto derivado a posteriori del tratamiento de las enfermedades que se pueden detectar. Dejan de invertir, pero no solo en la prevención, sino que también en todo el sistema. Recortando y reduciendo gasto sanitario, que se traduce en un aumento de la precariedad del sistema.
Esta precariedad del sistema pone entre las cuerdas muchas a veces a los profesionales sanitarios (enfermeras, fisioterapeutas, médicos, auxiliares…). Profesionales como los dedicados a la enfermería, que poseen un fuerte sentido de la ética y de la disciplina, y que se ven obligados a ejercer el derecho a la huelga no sólo por mantener sus puestos y sus condiciones laborales, sino por mantener un sistema sanitario público que se está desactivando.
No es sencillo para los profesionales ejercer este derecho, ya que son muchos los dilemas y las cuestiones éticas que surgen, existiendo además diferentes puntos de vista, que pueden llevar a la discrepancia de la actuación. No se trata solo de quién convoca, quién promueve, quién ejerce el derecho… Existen dilemas éticos derivados del abandono de las funciones laborales de los profesionales sanitarios. Durante muchos años ha sido extraño oír hablar de una huelga en el sector sanitario, eran situaciones esporádicas. Desde el inicio de la crisis se ha convertido en continuo en todo el territorio, por diferentes razones pero con el mismo trasfondo, la crisis Económica y la Destrucción del sistema Público. Además esta constante puede provocar recelos en la población que, viéndose afectada por la situación general, se ve afectada además por las acciones de un sector que consideran “privilegiado” en comparación con muchos otros. Cuestión que puede enfrentar también a los sanitarios no sólo con sus estamentos gestores sino que también con los usuarios, quedando en medio de una incomprensión absoluta.
Se presupone que un acto de huelga sanitaria deja indefenso al usuario del sistema sanitario que puede ver afectada su calidad asistencial repercutiendo a su salud. Lo que por razones deontológicas debería ser un derecho a rechazar, está recogido y reflejado en los códigos deontológicos. Por ejemplo El código de ética de las enfermeras y enfermeros de Cataluña, que está siendo informado actualmente nos dice que:
La enfermera puede ejercer el derecho a la huelga por razones de intereses profesionales y para mejorar el servicio que presta a las personas, las familias o la comunidad. (Artículo 82.)
En el marco actual podemos intuir la razones profesionales con la destrucción de condiciones laborales y la extinción de convenios que serán renovados a la baja, pero más importante es que se está disminuyendo la calidad y las prestaciones de los servicios que se prestan a personas, familias y comunidad, bajo contextos económicos.
Realmente quién es héroe o villano, si consideramos a los profesionales villanos, qué son aquellos estamentos superiores que pese a su responsabilidad huyen de los supuestos éticos.
Os dejo un link interesante que ha inspirado esta entrada.
Gonzalo Herranz. Ética de la huelga sanitaria
Fernando campaña Castillo
Diplomado Universitario en Enfermería
Máster en Enfermería Oncológica
Hola fernando, la huelga es una de las situaciones que más conflicto ético me genera y creo que esta entrada es muy oportuna porque la explicación que haces de las tensiones añadidas de los tiempos que corren…
Yo trabajo en quirófano y sólo he ejercido ese derecho en una ocasión porque las otras veces estaba de servicios mínimos o porque no creo oportuno hacer pagar al ciudadano por una situación que ya de por sí le prejudica… la única vez que lo ejercí fue porque se pusieron uno servicios mínimos abusivos (así se sentenció despues) y nos negamos a realizar la cirugía no oncológica ni urgente… pero le dí muchas, muchas vueltas…
Estamos en una sociedad en la que como sector económico principalmente priman los servicios y la huelga fue un mecanismo de reivindicación de los derechos laborales de los obreros de la era industrial en la cual el «corte de producción» perjudicaba particularmente a los propietarios de las empresas… ahora el cese de la prestación de un servicio suele repercutir más en el usuario y en el trabajador que no lo presta (conflicto) que en los propietarios de la empresa y si tenemos en cuenta que en el sector público «propietarios» somo todos (aunque nadie lo asuma como tal) tenemos una mezcla explosiva en la que el ejercicio de un derecho de autodefensa de un modo tan drástico se vuelve (en mi opinión) en contra de quienes lo enuncian una y otra vez como única estrategia de respuesta pese a los escasos resultados que ofrece…
Gracias por compartir tu experiencia, sabiduría y visión del tema. La realidad es que lo más acertado sería hacer visible a los usuarios de la sanidad pública el coste real y las limitaciones que puede ofrecer la sanidad privada. Y trasladar así la demanda de más servicios públicos y de calidad al usuario. Pero realmente la situación es muy compleja.