Hoy es un placer presentar en Nuestra Enfermería Fanzine un relato Fascinante de Marta Saéz (@martasaez12) . Marta es residente de segundo año de
De una manera muy atrevida, como nos gusta, Marta se lanzó a remitirnos este escrito, con el que quiere visibilizar la especialidad y animar a futuros residentes indecisos. Además de reivindicar los cuidados especializados, así como nuestra inserción en el mercado laboral en el ámbito en el que se está formando.
¿Con estas premisas, cómo no publicar un texto que nos ha fascinado? Aquí tenéis la metamorfosis de Marta, la metamorfosis de una enfermera en la que seguro que muchos se sentirán identificados, de una u otra forma.
Gracias Marta por tu Generosidad.
Fernando Campaña, Editor de Nuestra Enfermería Fanzine.
METAMORFOSIS
A punto de terminar mí residencia de Enfermería Familiar y Comunitaria echo la vista atrás y me puede la nostalgia. Ha sido un camino increíble, lleno de buenos momentos y algún que otro obstáculo, pero dos años que no cambiaría por nada del mundo.
Yo no era la niña que se disfrazaba de enfermera o que soñó con serlo desde pequeña. Siempre me gustaron las ciencias, pero hasta Bachiller no decidí que quería ser enfermera. Empecé la carrera y creo que, como a mucha gente, el primer año te gusta pero… algo falta, ¡menos libro y más acción! Entonces vas avanzando cursos y empiezas con las prácticas, y ahí sí, ahí piensas: esto no será vocación, ¡pero me encanta!
Terminada la carrera me aventuré a prepararme el examen EIR. Puedo asegurar que fueron los meses más duros que he pasado hasta el momento, donde un festivo o un fin de semana solo era un día más de estudio. Al salir del examen lo ves todo muy negro, y que haya tantos aspirantes para muy pocas plazas no ayuda. Pero el día que ves tu plaza conseguida, te das cuenta de que todo lo anterior merecía la pena.
Ahora solo faltaba elegir especialidad. Parece fácil, pero no lo es. Me decían cosas como “elige ésta que tiene más trabajo”, o “elige ésta otra que es muy bonita”… Al final me decidí una noche tumbada en la cama pensando en cómo me veía yo en un futuro, en qué me había gustado más de lo que había visto en las prácticas. Y lo tuve claro, quería hacer Enfermería Familiar y Comunitaria.
Muchas personas se preguntarán que hace una Enfermera Familiar y Comunitaria, y es una especialidad tan completa que resulta difícil definirla. Nosotras estamos en todas las etapas de la vida de la persona, tanto en la salud como en la enfermedad, desde antes incluso de nacer hasta que mueren. También tenemos en cuenta a su familia, sus amigos, su hogar, incluso sus objetos. ¿Quién no ha comparado las cifras de tensiómetros o glucómetros de un paciente con los del centro de salud para comprobar que funcionaban, o se ha peleado con la pulsera inteligente o el cuenta pasos de algún otro? En esta era de la e-salud deberíamos hablar ya de modelo tecno-biopsicosocial de atención al paciente.
Cuando comencé la residencia los primeros meses en el centro de salud empezaron a surgirme algunas dudas. Yo siempre he sido vergonzosa, me costaba mucho hablar con gente a la que no conocía, y ahora tenía que desenvolverme sola con los pacientes, y que éstos terminaran confiando en mi. Para colmo no tenía una residente mayor que me guiara cuando tenía que apuntarme a tal curso, rellenar el libro del residente, organizar las guardias… Más de una vez pensé que no valía para esto, pero mi tutora lo captó al instante y tanto ella como el resto de compañeros y mi familia me ayudaron mucho en ese aspecto, y comprendí que no podía pretender hacerlo perfecto desde el primer día, que debía bajar mi nivel de exigencia y relajarme para empezar a disfrutar del trabajo.
Entonces un día, de repente tienes que irte del centro para hacer rotaciones por distintos servicios: endocrino, paliativos, urgencias… De cada uno de los profesiones con los que estuve aprendí muchísimo, y de los pacientes me llevé mil historias y experiencias increíbles. Para mí, las mejores fueron con el equipo de paliativos domiciliarios, donde realmente veías aspectos del paciente que en la consulta son imposibles de captar. Las condiciones de la vivienda, sus costumbres, creencias… A veces hacemos recomendaciones a nuestros pacientes a la ligera, y no sabemos que vive en un tercero sin ascensor y sin calefacción, que en la salida de su casa hay un escalón en muy mal estado, o que vive en una aldea repleta de cuestas con adoquines y para él un paseíto de 30 minutos es toda una aventura.
Después de todo un año de trotamundos volví al centro de salud, como residente de segundo año y ahí ya noté que en esos meses algo había cambiado. A esto se sumó la incorporación de una nueva residente y no quería que estuviera tan pérdida como lo estuve yo a veces y pronto fuimos un apoyo muy importante la una para la otra. Mis compañeros del centro también notaron el cambio y eso ayudó a que yo cada vez me sintiera más segura de mí misma, y a poder disfrutar realmente de este año que me quedaba. Y por supuesto que lo he hecho. Cada consulta, visita a domicilio, sesión clínica, actividad comunitaria… las he intentado aprovechar al máximo.
Así que, como veis, no lo tenía todo claro desde el principio, pero no por ello el resultado ha sido peor. En estos dos años he aprendido mucho de enfermería (aunque me queda muchísimo más), he conocido a profesionales increíbles y he conseguido una nueva familia en mi centro de salud, a la que me faltan palabras de agradecimiento por todo lo que me han dado y a los que echaré muchísimo de menos. Pero sin duda de lo que más orgullosa estoy es de mi “metamorfosis personal”. Me he conocido mejor a mí misma y así he podido definir la profesional que quiero ser.
El final ideal para esta historia sería verme en mi consulta de enfermería de Atención Primaria. Pero no, ese no es mi futuro inmediato a pesar de tener mi especialidad. Ojalá pronto no seamos productos de una cadena de montaje que acaban apilados en un almacén. Estamos formando profesionales especializados que terminan dando tumbos por las plantas de un hospital, cuando podrían estar aportando mucho en el área donde se han formado, incluso formar aún mejor a futuras generaciones. Solo pido valentía, y que luchemos todos juntos por unos cuidados especializados y por el reconocimiento para todas las especialidades por igual.
Metamorfosis de Marta Sáez
Residente 2ºaño de
Unidad
Centro de Salud Hellín II.
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