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Aunque nunca me gustó el uso del término “pacientes” para referirnos a las personas que cuidamos, en ocasiones es necesario utilizarlo para llegar a todos los rincones de las profesiones sanitarias. En fin este no es el objetivo de esta entrada. Sí lo es llegar a todos los profesionales y hacer visible el descontento (una vez más) con el trato que recibe esta disciplina, la enfermería.

En ocasiones uno se plantea si escribir o dejar de hacerlo, pero cierto es, que algunos organismos, organizaciones y demás no se están de hacerlo, aunque sea para decir “cosas raras”. Cosas raras como la siguiente bajo el título “MEDICAMENTO, ENFERMERÍA Y RIESGOS PARA LOS PACIENTES”:

“Los médicos, como responsables principales de la salud de la población, manifestamos nuestra preocupación por la calidad de la asistencia y entendemos que la prescripción forma parte indisoluble del Acto Médico.  Asimismo, debemos manifestar nuestra seria preocupación y nuestro rechazo ante cualquier intento de prescripción de medicamentos no realizada por el facultativo que previamente haya establecido el diagnóstico, puesto que puede suponer un grave riesgo para la salud y la seguridad del paciente.”

Comunicado de OMC Declaración de la Asamblea General del Consejo de Colegios Médicos (CGCOM) sobre la gestión del medicamento (link) 30 de marzo 2015 (medicosypacientes.com)

Ante comunicados como estos, los profesionales de enfermería solo tenemos dos opciones posibles, ya que nos sentimos atacados por organizaciones que dicen representar a otros compañeros del equipo de salud. Estas opciones son a) No hacer ni (p…..) caso y dejar que sigan maltratando a nuestra profesión y al rol que podría y debería ocupar en la sociedad; o b) Alzar la voz y protestar, cosa que en ocasiones se nos da muy bien y en otras no tanto, pero que sí que realmente nos cansa.

Dicho párrafo habla del anteproyecto de ley sobre la gestión del medicamento, que prevé la “indicación” de algunos medicamentos y productos sanitarios por parte de los profesionales de enfermería. La mayoría de estos medicamentos (o todos) son dispensables sin receta médica, y el que un profesional preparado como las enfermeras estuvieran detrás de estas “indicaciones” lo que haría es poner sentido en muchas de las “automedicaciones” que las personas hacen. En otros casos, como el de los productos sanitarios como apósitos, bolsas de ostomías, compresas para la incontinencia y demás… no tiene sentido que el profesional experto en ellos no pueda recetarlos, y el simple hecho de hacerlo agilizaría la gestión de la salud de las personas y del sistema.

Pero se me ocurre una tercera cosa que hacer, y es dar paso a las personas, los llamados “pacientes” para que sean ellos los que digan a ciertos foros y organizaciones que los tratan como niños, es decir de forma paternalista, quién prescribe y qué.

Y ¿Por qué? Pues muy sencillo, porque son ellos los que reciben los consejos y las indicaciones de los profesionales y deberían ser ellos los que dijeran la posición de las enfermeras en el sistema. Sí, el médico le recetó, pero sí, la enfermera fue la responsable de esa indicación. Existen muchas situaciones de estas, que explicadas en boca nuestra pueden sonar raras, pero creo que explicadas desde la experiencia de las personas usuarias del sistema sanitario, serían más entendibles, para organizaciones o ministerios.

¿Os animáis a contar vuestras experiencias?

¿Realmente creéis que las enfermeras podemos ser un riesgo para la seguridad y la salud de la personas?

 

Fernando Campaña Castillo, Editor de Nuestraenfermeria.es

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