Introducción
En estos últimos meses, justo coincidiendo con la pandemia de la Covid19, he estado inmerso en una montaña rusa de emociones en lo personal, con subidas y bajadas, todo relacionado con el cuidado en lo personal, en lo familiar, como cuidador principal y fuera del rol de enfermero, aunque siempre desde la perspectiva ineludible como tal.
En estas líneas voy a intentar reflejar algunas de las cosas que he sentido y vivido cuidando a los míos en los tiempos del covid19, durante el embarazo y el nacimiento de mi segundo hijo, durante la enfermedad en un hospital. Relatos de cómo me he sentido cuidando y de cómo me han y nos han cuidado.
Espero que estos pequeños relatos os parezcan interesantes, que además nos sirvan para reflexionar sobre como lo hacemos y nos adaptamos a estos tiempos de Covid19. Escritos desde el corazón y con la experiencia vivida como escenario de fondo. Quizás de las cosas más intimas que habré escrito y publicado.
#Relato2: Enfermar (en tiempos de COVID-19)
Es evidente que no estamos exentos de enfermar porque haya una pandemia. Ya, incluso, se ha estudiado, lo que son nuestras reacciones ante la enfermedad “común” cuando percibimos que lo que tienen los demás es peor. Algo que durante el confinamiento se agravó, por varios motivos como es el miedo a acudir al centro sanitario al existir la posibilidad de contraer la enfermedad. Aquí podemos encontrar varias noticias al respecto: La demora en ir a médico por temor a COVID-19, un «problema de salud pública» (en la Vanguardia) o que La patología oculta emerge tras la pandemia: cae hasta un 40% la atención a ictus e infartos y se agravan las secuelas (en InfoLibre).
No es normal lo que suele suceder cuando nos encontramos en esta situación, mucho menos si enfermamos. Evidentemente lo que debemos hacer si nos sobrevienen una enfermedad es acudir al médico, y dependiendo de la dolencia a urgencias. Este fue el caso que nos ocupa.
Dentro de cómo los centros sanitarios se han adaptado a la situación y dependiendo de la situación en la que se encuentra el territorio en el que se ubican podemos encontrar una gran variedad de protocolos, estrategias, adaptaciones y medidas adoptadas para proteger y protegernos del virus. Al igual que la aplicación de este variará dependiendo de las personas. ¿Cómo cuidamos en Urgencias? En urgencias hospitalarias existe algo que se denomina triaje y que se encarga de organizar a las personas según la gravedad, de más a menos grave, para asegurar la correcta atención sanitaria. En el caso que os comento se trataría de reflejar la de unas urgencias durante la pandemia pero no en saturación del centro. La primera norma que se suele encontrar la persona es que ha de entrar sola sin acompañante, algo que es lógico, siempre con excepciones como son los menores. Como no se sabe si la persona que acude al centro puede o no estar infectada por el virus, los profesionales extreman las medidas de prevención. Aquí entran las parafernalias diversas en torno a escafandras, mascarillas, trajes, etc…
Ahora que nos hemos puesto en situación con lo que son los profesionales, vamos a ponernos en el lado de las personas enfermas. Al enfermar, al tener una dolencia, generalmente entramos en una situación de vulnerabilidad. Aquí ejercen las fuerzas del miedo, la ira, la desesperanza, la incertidumbre de lo que nos pasa. Vamos lo que es una situación de duelo en toda regla, dónde la perdida es la del “estado óptimo de salud” del que disfrutábamos. Con lo de la pandemia, muchas personas, si acuden a un puesto de urgencias como el que os explicaba, han de enfrentarse a este duelo en soledad. Sí que existen las tecnologías, los teléfonos móviles (para aquellos que puedan o sepan usarlos), pero estas tecnologías no suplen por mucho que queramos el calor de un familiar o una persona querida al lado. Y en situaciones como estas son los profesionales que están atendiendo a las personas enfermas los que han de saber cubrir las necesidades de las personas de manera individualizada. Se ha de saber explorar de manera íntegra a todos los pacientes para saber qué necesita o necesitará. Y de esto las enfermeras han de saber un huevo. Pero muchas veces la tensión del momento nos hace no estar atentos a ciertas circunstancias, que nos pueden parecer de segundo orden y que no nos damos cuenta de cómo pueden afectar a la persona enferma, o incluso a su entorno. Aquél o aquellos acompañantes que han dejado a la persona en la puerta del hospital, y no recibe ningún tipo de comunicación.
Un ejemplo, persona con dolor agudo que le impide articular palabra, y que precisa de mórficos para su control. Paciente que solicita encarecidamente que informen a su familiar que está en la puerta esperando. Paciente que recibe como respuesta, eres joven, tienes el teléfono, has de informarle tu… Y no se trata de que los profesionales dejen de trabajar para estar cada 5 minutos llamando a un familiar del mismo paciente explicando lo mismo. No. Se trata de comprender la necesidad de la persona y su entorno, de dar el apoyo emocional necesario y adecuado, de cuidar, cuidar y cuidar, y además hacerlo bien, aunque haya una pandemia. Debemos ser excelentes y aprender a individualizar el cuidado, el/los protocolos nos sirven, para orientarnos y marcar el buen hacer. Pero el ejercicio de cuidar es responsabilidad del profesional, sobre todo de los expertos en ello, las enfermeras.
Nadie quiere enfermar, mucho menos en tiempos del Covid-19. Lo que estoy seguro que queremos todos es que nos cuiden bien.
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