Como dice la Rae y mi compañera Rosa ( a la que mando un saludo ), el don de la ubicuidad es la cualidad de ubicuo, es decir de la omnipresencia. Estar presente en todas partes a la vez, cualidad que solo puede ser atribuida y reservada a Dios. Pero, ¿creéis que esto puede cambiar en un futuro? Los avances tecnológicos hacen que las personas tengamos más presencia y estemos más disponibles, cada vez es más “fácil” llevarse el trabajo a casa y hacerlo a distancia, cada vez estamos más conectados al mundo, y gracias a las redes sociales y demás, nos es más fácil estar presentes en todo aquello que nos interesa. Más difícil es esto cuando nos dedicamos a las profesiones sanitarias. Llevarse el trabajo a casa, ejercer la enfermería dese la distancia, puede entenderse como un escenario, complicado por la necesidad de la cercanía humana para el desarrollo de unas actitudes profesionales que precisan del trato personalizado y la cercanía tanto física como humana. ¿No?
La realidad es que el modelo de asistencia sanitaria ha de cambiar, no solo por la presión económica de los últimos años, sino por otro motivo muy diferente, que es el envejecimiento progresivo de la población. Este escenario va hacer necesario que se desarrollen soluciones que hagan más omnipresentes los servicios sanitarios para las personas, y por lo tanto de las profesiones sanitarias, una de ellas la enfermería.
En Mayo de 2011 se publicó el informe Innovación TIC para las personas mayores, elaborado por la Unidad Mixta de Investigación en Telemedicina y e-Salud del Instituto de Salud Carlos III y editado por la Fundación Vodafone. Este estudio plantea la necesidad de actuaciones innovadoras para la introducción progresiva de servicios asistenciales, tanto sanitarios como sociales, que ayuden a avanzar hacia una verdadera atención integral de la cronicidad y la dependencia en las personas mayores. Expone que el nº de personas mayores de 65 años en España el año 2020 representará el 19% de la población ( unos nueve millones ), y que en 2050 de seguir así alcanzará el 30%. El caso es que además se estima que la mitad de estas personas presentará una discapacidad. Es por eso que se hace muy importante la prevención de las situaciones de dependencia, es clave en esto la relación existente entre las enfermedades crónicas y la dependencia. Estás persones requieren de una atención integral, lo que supone todo un reto en una población que esta envejeciendo.
Enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades cardiovasculares o respiratorias, elevan el gasto sanitario y hacen que el sistema se haga cada vez más insostenible. De ahí la necesidad de plantear soluciones a la medida del paciente crónico, medidas sobretodo basadas en la telemedicina, que pretenden la omnipresencia, la ubicuidad de la atención sanitaria. Necesariamente estos modelos han de estar basados en la evidencia científica, largo recorrido nos queda entonces en realizar estudios en el contexto de los cuidados a distancia. Ya existen algunas experiencias que propone el estudio sobre la incidencia de la telemonitorización en la asistencia sanitaria. Pone de ejemplo el National Home Telehealth Program- “Care coordination/home Telehealth” de la Veteran Health Administration (USA). En números, este programa supuso la reducción de admisiones en los hospitales (19%), en días de hospitalización, pero además aumentaba la satisfacción con el servicio disminuyendo los costes anuales. En nuestro país también se llevan a cabo iniciativas en este sentido, en diferentes centros como el hospital Clínic de Barcelona, el hospital Virgen del Rocío de Sevilla o en el Sector sanitario de Barbastro (Aragón). Todas ellas expuestas en el documento del estudio.
El estudio también describe las soluciones tecnológicas comercializadas y existentes, algunas estrambóticas (como un robot médico, el Sistema RP-7), y otras no tanto como aparatos con más futuro de implantación, y dedicados a la monitorización de parámetros o a la comunicación con los profesionales.
Siguiendo con el don de la ubicuidad que las nuevas tecnologías pretenden dar a las instituciones y profesionales sanitarios, yo me pregunto qué barreras existen, porque no son pocas, os pongo de ejemplo un par de ellas.
Como primera barrera veo el de la educación TiC. Existe una necesidad de educar en las nuevas tecnologías a las personas mayores, aunque estas tecnologías cada vez están más accesibles, hace falta la educación en ellas de las personas que las han de utilizar.
Como segunda barrera creo que existe la accesibilidad a los recursos, la mayoría de las soluciones se basan en las telecomunicaciones, que cada vez se extienden más, pero estos servicios, como el internet móvil, o en casa, la banda ancha, tienen un coste. Sin hablar de temas de compañías y coberturas de la red. Viendo la actual situación económica, no veo como personas con pensiones mínimas puedan acceder a ciertos servicios sin recibir un complemento o una ayuda para ello.
Otro tema importante es el rol del cuidador, que de seguir así cambiará, ya que deberán necesariamente estar puestos en las nuevas tecnologías para ayudarnos en nuestras intenciones de ubicuidad u omnipresencia, llamémoslos cuidadores 2.0.
¿Seguirá solo Dios teniendo el de la ubicuidad?
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Fernando Campaña Castillo
Diplomado Universitario de Enfermería
Máster en Enfermería Oncológica.
Don de ubicuidad y Omnipresencia son cosas diferentes aunque aparentemente sea lo mismo, la ubicuidad es un poder limitado (presencia de un ser en dos o mas lugares a la vez y con tiempo limitado), mientras que la Onipresencia es exclusiva de Dios y no tiene limite(Dios está presente en todo lugar al mismo tiempo y por siempre) Dios no tiene dones, El tiene atributos p.e. Omnipotencia, Omnipresencia, Omniciencia, Eternidad, Soberanía Universal Absoluta, etc etc. Si la ubicuidad es un don y don es un regalo entonces ¿Quien le dió a Dios la ubicuidad?.
Gracias por aclarar el équivoco que surge del Título, surgido de considerarse sinónimos ambas palabras. Realmetne enriquece ser leido!
Gracias.