Ha tenido cuerda ese “flash” que se me vino a la cabeza sobre la verificación de Twitter. Una idea que por lo visto merece un análisis más pausado. Por lo que voy a intentar hacerlo, con la sana intención de reflexionar más en profundidad sobre ello. Han surgido de la propia tweet sfera ideas más que interesantes, (hay esperanza y no toda conversación en Twitter está perdida).
A muchos os ha gustado la idea, o al menos así lo habéis manifestado en las propias redes. También hay quién se ha sorprendido, y/o se han mostrado escépticos. Todas opiniones buenas para debatir más sobre el tema. Era @IgnacioEnriquez quién cometara en el blog haciendose preguntas como:
“(…) ¿acudimos a un tercero a que nos verifique? ¿quizá el colegio profesional de cada uno? (…) ¿qué aportaría entonces a un potencial seguidor la verificación en salud de la cuenta? La misma confusión a la que se ve sometido ahora. (…) ¿le damos más vueltas a la idea?”
Pues eso, vamos a seguir y a darles más vueltas a la idea.
Servicio de Pago
@ferenfer Un sistema así sólo funcionaría «sobre tarifa» lo que introduce un sesgo importante. A Wikipedia si le serviría «editor de salud»
— X.M. Meijome (@EnferEvidente) 15 de septiembre de 2016
Aquí, @enferevidente, cree que un servicio de estas características, por su dificultad o complejidad a la hora de la acreditación, sólo podría funcionar bajo el pago de una “cuota de acreditación y/o pago único”. Algo que como avisa, puede ser ya de por sí un sesgo importante. Sin embargo, es la propia red social la que está “verificando” identidades. Con eso, teóricamente, hace algo que realizan autoridades públicas. Es algo así como decir quién es quién. Posiblemente el “logo” de cuenta verificada, a aquellos que disponen de él, lo tengan porque sienten la necesidad de reafirmarse en su identidad, algo así como mostrarse más auténticos.
Pues vamos a añadir más incógnitas al tema, ¿Sentimos los profesionales de la salud la necesidad de reafirmarnos es nuestra identidad como sanitarios en la red, en este caso Twitter? ¿Eso es algo que depende sólo de nuestro ego, para distinguirnos de los demás? ¿O por el contrario depende de una necesidad de introducir criterios para ayudar a las personas ajenas a poder distinguinos?¿Estaríamos dispuestos a pagar por ello a pesar de introducir sesgo? Y las entidades de salud, sociedades y demás, ¿dedicarían un presupuesto a ello?
Quién y Cómo Valida?
@Naethda @NEnfermera El problema sería quién y cómo lo certificarían…
— Pau Matalap (@PauMatalap) 16 de septiembre de 2016
Pues esta es la reflexión de @PauMatalap, quién debería hacerlo y de qué manera. Es cierto que herramientas como Twitter son eso herramientas puestas a disposición de las personas o la sociedad. Pero es cierto que quien se ha encargado de liarse validando cuentas personales es el propio twitter. Y seguramente debido al “inapropiado” uso que se le puede dar, sobretodo aquellos que se “hacen pasar por otros”. Todos sabemos que seguramente Dios no tiene Twitter, aunque hay bastantes cuentas que quieren “suplantarlo” (por ejemplo @diostuitero).
Pero a mi parecer, y por el uso que las personas pueden hacer de estas herramientas para consultar sobre temas de salud (acordemonos de situaciones como la del ébola por ejemplo), el tener alguna certeza de saber con quién nos comunicamos puede ser más que necesario. Eso sí, una acreditación masiva puede ser una locura y algo descabellado.
Una fórmula que se me ocurre, sobretodo en países como el nuestro con un sistema sanitario público, sería el siguiente:
Primero que fuera el ministerio de sanidad y sus cuentas las que fueran acreditadas. En una siguiente fase, aquellas instituciones que respaldara y con requisitos básicos. Requisitos como por ejemplo su implicación en la salud pública y su presencia en redes. Y de esta manera llegar por ejemplo a servicios de salud públicos con presencia en redes, y que fueran estos últimos quienes señalan a los profesionales a acreditar.
Si es verdad, un poco liosa la cascada, pero sería algo fiable, creo. ¿Y el coste?, podría incluso suponer un beneficio, más que un coste. Aunque son suposiciones. Podría.
Más importante la información que el emisor.
@ferenfer @EnferEvidente @IgnacioEnriquez @Ebevidencia @twitter no se friend, cada vez me fijo mas en la informacion y menos en el emisor…
— Enrique Castro (@castrocloud) 15 de septiembre de 2016
Poco que rebatir a la actitud que nos señala el gran @castrocloud. El contenido de los mensajes en las redes, sobretodo si hablamos de información en salud es lo más importante. Claro que profesionales buscando información sobre temas de salud, tienen un criterio (a priori) diferente a aquellas personas que son ajenas. No creéis que algo así puede servir de “faro guía”
Por poner un ejemplo, tema vacunas. Un mensaje del tipo “vacunarse es malo” proveniente de una cuenta “acreditada”. Podría llevar a la confusión e implicar la salud de las personas. Pero de alguna manera esa acreditación comporta una responsabilidad. Y podría ser una manera de señalar y denunciar conductas impropias en este sentido. Como profesionales de la salud, debemos seguir y marcarnos una ética.
Redes sociales (servicio publico?)
¿Y si la cuentas de Twitter y otras redes sociales que lleven los profesionales de salud estuvieran acreditadas? https://t.co/OvMIFtpGoJ
— Jose Mª Cepeda (@ChemaCepeda) 16 de septiembre de 2016
El experto y siempre genial @chemacepeda, redimensiona toda esta conversación, extrapolándola a todas las redes sociales. ¿Es descabellado? En absoluto. Para mostrar la importancia que puede tener este tema, recomendaros la lectura del siguiente enlace, de @epadesign, “Redes sociales de servicio público. Un asunto muy serio”
Artículo en el que mediante un ejemplo, nos muestra la importancia en la utilización que se hace de las redes sociales desde los servicios públicos. Y como por ejemplo la sociedad millenial las utiliza, por encima incluso del teléfono convencional en según qué situaciones. Situaciones tan graves como conocer localización y alcance de un incendio activo. Es una realidad. Por eso quizás este tipo de acreditación serviría para dotar de rigor ciertas informaciones.
No están lejos de ser, las redes sociales, un servicio público. Y quienes negocian con ellas poniéndolas en nuestras manos, han de ser en parte responsables al menos “morales” de lo que suceda en ellas, y han de dar respuesta y trabajar para que sean lo más fiables posibles.
En el artículo, y hablando de cuentas institucionales, @epadesign deja una frase para la reflexión : «Los ciudadanos somos los primeros que tenemos que exigir que estas cuentas sean útiles y se gestionen eficazmente”.
¿Deberían ser los propios ciudadanos los que exigieran la autenticidad de las cuentas de instituciones y profesionales de salud para seguirlas y hacerles caso? No es descabellado. Aquí entramos en el delicado juego de “derechos y deberes de cada uno”. Pero posiblemente hace menos descabellado que se hiciera una certificación / validación de las cuentas dedicadas a la salud.
Perdonad por el “rollo”, espero de nuevo vuestras aportaciones, quién sabe si estas reflexiones nos lleven a algo. Por lo menos a eso, a pensar en el mundo en el que vivimos y en el que estamos inmersos.
Fernando Campaña Castillo, Editor de Nuestraenfermeria.es
Hola Fernando; en realidad los comentarios van en la misma línea: ¿Quien certifica? ¿bajo qué criterios? ¿con qué fin (beneficio) para el certificador?… lo de las RRSS como servicio público… ojo que no acabemos creando una tecnoburocracia destinada a controlar aquello que nació para dar libertad a la difusión de ideas, algo que la unión europea y EEUU ya están intentando «por el bien» (de los que tienen más dinero).
La cuenta de @sanidadgob ya está acreditada por twitter pero si preguntas verás que mucha gente no se fia de sus contenidos a nivel profesional y eso que twitter no tenía este tirón cuando la persona a cargo del ministerio dijo aquello de los huesos para el caldo…
Crear una certificación exclusiva de contenidos de salud (dirigido a profesionales, a usuarios/sociedad o mixto) requeriría que twitter confiara esa certificación a terceros (como dice ignacio) pero ¿y quien controla al controlador? Hacer de la certificación algo consentudinario no es suficiente bastaría con ser «popular» o con conjurar a un grupo suficientemente grande de profesionales para hacer lobby a las guerras de menéame me remito.
Ya se sabe que en esta sociedad lo único que funciona es la perversión de cualquier etiqueta que, prometiendo algo mejor, obtenga una pátina de fiabilidad en la mente colectiva… ahí está lo «verde» lo «eco» lo «social»… al final es la educación de cada ciudadano y las herramientas de toma de decisiones que tenga las que le deben orientar.
Siento ser el que sólo ve pegas a una idea con una finalidad bastante buena pero con una ejecución azarosa.
Me encanta leer tus “pegas”. Pones cordura, voz y experiencia a esa pega.
La frase final de “Los ciudadanos somos los primeros que tenemos que exigir que estas cuentas sean útiles y se gestionen eficazmente”, es al final la que tiene que valer.
Entiendo y estoy de acuerdo con tus “pegas”. Tenemos muy presente que no se pueden poner “puertas al campo”, como se suele decir. Pero si bien la herramienta nació de una manera, se tuerce poco a poco cediendo al mundo. Pero… ¿Y si somos los usuarios los que debatimos para modelar la herramienta? ¿No es otra manera de hacerla nuestra?
Gracias por responder tan rápido,!1 Saludo!
Buena reflexión y gran comentario el de Salva.
Voy a proponer otra línea… ¿usan los ciudadanos las redes sociales generalistas para informarse y mejorar su salud? Porque me da que salvo ejemplos muy concretos de pacientes o asociaciones de pacientes el resto no lo hace, y el buscador de Google siguen siendo la principal puerta de entrada a la salud digital.
Y otra cuestión¿Deberían usar las organizaciones sanitarias estos medios para comunicar salud? ¿O quizás sería mejor que los usaran para ‘encauzar’ al ciudadano hacia entornos digitales certificados y más específicos?
Estoy de acuerdo con que no se pueden poner puertas al campo de la salud digital, pero soy de la opinión de que plantar unas cuantas señales (En Google, Wikipedia, redes sociales) que apuntasen hacia entornos ‘controlados’ y certificados de información en salud sería la mejor estrategia.
Genial reflexión!
Las marcas y las señales deberían ser *enseñadas* a la ciudadanía para ser buen interpretadas!!